-Sería más razonable ir y vaciar de pólvora los cartuchos del enemigo.
-Entonces no seríamos mártires- dijo el otro santo.
-Pero seríamos vírgenes- dijo el primero.
-Serás tú…
Al coronel Smith no le hace gracia que le envíen santos a su escuadrón, porque cometen milagros algo estúpidos, como hacer florecer la culata de madera de los fusiles o llenar de mariposas blancas las trincheras. El cabo O´donnell quiere ser santo, pero le pierde la fotografía que lleva en su mochila de una mujer y sus pechos.
Eso, al coronel Smith, le tranquiliza bastante.
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