domingo, 22 de marzo de 2015

Son salas no tanto de espera como algunas veces de desesperanza en las que las analíticas y sus espeluznantes resultados dan sueño, como la muerte algunas veces, un sueño aburrido porque, a fin de cuentas, la muerte será un aburrimiento tremendo y eso no le gusta a casi nadie y por ese motivo te amo. 


domingo, 15 de marzo de 2015

¿Tantísimo tiempo ha de pasar el mar dándole golpes a sus olas y tanto ha de suplicar sobre las rocas para convencerse de que el enigma no está en la fuerza mareomotriz sino en el significado de lo que les cuentan las sirenas a los tatuajes de los marineros?




sábado, 14 de marzo de 2015

Los aparatos de aire acondicionado que tenemos instalados en nuestros centros de salud suelen, algunas mañanas, provocar evaporaciones en lo que en términos generales se viene a conocer como piernas.

Puede resultar perturbador a la hora de levantarse de la silla de la sala de espera: las caídas son de una espectacularidad tan grandiosa que el Servicio de Salud ha instalado unas gradas desde las que el público puede mirar, fotografiar y grabar vídeos de los trompicones que luego presentan orgullosos en los concursos de televisión.

No hay nada que más me indigne en este mundo.



viernes, 13 de marzo de 2015

Cuando se nos desdobla la imagen (amor mío después de tantos años) al moverse la tierra por motivos que sólo la sismología conoce, yo sigo siendo el mismo que mira y que te mira como te ha mirado siempre. Pero ahora me desconciertas hasta el llanto, porque después del temblor tu cara ha mirado a llanuras y estepas que desconocía hasta ahora.

Nunca has dejado de sorprenderme, y por ese amor eterno y esa facultad tuya de ser nueva en cada terremoto, seré yo quien baje después a la farmacia, en medio del temporal de nieve.



sábado, 7 de marzo de 2015

Cuando los acompañantes de las damas del Romanticismo dejan de sentir emociones memorables por ellas es digno seguirlas de cerca sólo por ver cómo se desmayan y por escuchar el vocabulario que utilizan, más propio de los románticos estibadores portuarios.

Suele ser al cabo de los cinco días de duelo riguroso cuando toman decisiones peligrosísimas para su salud, como por ejemplo el suicidio.

Se asoman a los patios interiores de sus domicilios y se apostan a lo alto de la ventana de su salón.

Cuando se acuerdan de que aún quedan acompañantes dispuestos y que sus nombres los tienen anotados en los listines de telégrafos todo, todo (todo) se transforma en colores y suspiros distintos.



viernes, 6 de marzo de 2015

Entró en el túnel de lavado del coche y lo que descubrió, más que la oscilación de duchas y bayetas tecnológicas fue un caleidoscopio que la transbordó a una hélice de galaxias multiformes, con colores artesanales de rosa descolorida.

“No me importa, tengo tiempo”, levantó alguien el dedo.

“Que entre. Le abriré la puerta y que se quede”.



jueves, 5 de marzo de 2015

Sería para todos una gran noticia que alguien, cualquiera, no importa la procedencia social ni sus hábitos nocturnos, les dijera alguna vez a las damas del Romanticismo que sus formas, sus urbanidades, son deficientes y poco constructivas.

¿Acaso se pude entender que a continuación de las comidas que organizan para recolectar fondos, si el postre resulta ser (un ejemplo) plátano, tomen las pieles, las guarden en sus bolsos de terciopelo negro y al salir a la calle las coloquen cuidadosamente en alguna de las esquinas más concurridas para que sean pisadas por algún caballero que caiga tras dibujar virutas en el aire sobre su trasero y estallen en carcajadas tan voluptuosas que escuchan las ancianas (santiguándose) desde los balcones y al día siguiente vuelvan a juntarse las damas del Romanticismo y vayan a misa como si no hubiese ocurrido nada?



lunes, 2 de marzo de 2015

Hay momentos en la vida de una dama del Romanticismo en que ocurren movimientos sísmicos. Y cuando eso sucede se ocultan horripiladas en el breve espacio que se abre entre el suelo de su alcoba y el somier de su cama. Y allí esperan, como un hurón en su cobijo, a que finalice la hecatombe.

Ese mismo día, y por la tarde, como piensan (en su bien instruida ignorancia) que los terremotos son lamentos del planeta, se acercan llenas de ternura a la montaña más idónea que encuentran por allí cerca y posan su mano sobre el granito mientras le dicen a la roca “ya está, piedra mía, que no tiemble más esa substancia de la que estás construida”.

Sus acompañantes, cuando les ven hacer eso, encienden un cigarrillo y suspiran entre las bocanadas.



Fíjese, señora o señorita, damisela fecundable, mujer hermosa entre las mujeres. Mire bien, señora, las mezcladas texturas, grafías, estrías, surcos, en que se subdividen los minúsculos cuencos y covachas de esta materia. Usted misma guarda entre sus ingles un entramado que se enmaraña también en algunas elipses.

Brindo con ella al mar, la presento para que sea bendecida por la horizontal prodigiosa del horizonte antes del procedimiento.

Y ahora, discreta pero solemne, diríjase hacia la orilla y, alzándose las enaguas, bajándose los pololos, salte, evite que le acierte con ella en la marca que le hice esta mañana con la pluma en el pompis.

Sabe lo que ocurrirá si acierto: solicitaré a su hermanastra en matrimonio y lo nuestro tendrá que reducirse a un romance de whatsapps.

Maldición.  




Hoy llueve todo el cielo. Un gran espacio, una hecatombe de gotas y ráfagas de calderos de agua y color gris se ha hecho propietaria del mu...