lunes, 2 de marzo de 2015

Fíjese, señora o señorita, damisela fecundable, mujer hermosa entre las mujeres. Mire bien, señora, las mezcladas texturas, grafías, estrías, surcos, en que se subdividen los minúsculos cuencos y covachas de esta materia. Usted misma guarda entre sus ingles un entramado que se enmaraña también en algunas elipses.

Brindo con ella al mar, la presento para que sea bendecida por la horizontal prodigiosa del horizonte antes del procedimiento.

Y ahora, discreta pero solemne, diríjase hacia la orilla y, alzándose las enaguas, bajándose los pololos, salte, evite que le acierte con ella en la marca que le hice esta mañana con la pluma en el pompis.

Sabe lo que ocurrirá si acierto: solicitaré a su hermanastra en matrimonio y lo nuestro tendrá que reducirse a un romance de whatsapps.

Maldición.  




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