viernes, 6 de marzo de 2015

Entró en el túnel de lavado del coche y lo que descubrió, más que la oscilación de duchas y bayetas tecnológicas fue un caleidoscopio que la transbordó a una hélice de galaxias multiformes, con colores artesanales de rosa descolorida.

“No me importa, tengo tiempo”, levantó alguien el dedo.

“Que entre. Le abriré la puerta y que se quede”.



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