sábado, 25 de junio de 2016

Todos los lugares por los que corrió, los que llenó de risa, de juguetes espolvoreados, de carreritas y de trotes se cargaron de negro aquella mañana con la noticia que había llegado del hospital. Todos (y eso es tan triste que hasta las urracas lo mencionaban en las ramas como mujeres en la cola de la fruta).

Porque su forma de agacharse a observar las hormigas la miraban todos los animales, muertos de amor, y ladeaban (suspirando) la cabeza. Los tesoros que escondía (bueno: piedras con cosas dibujadas, rayas y eso), los conocían todos los árboles y le guardaban (por supuesto) el secreto.

El luto inundó todo, arrasó la mañana. Se colocó en el alma (existente o no, ya no importaba) de todo lo existente, que cambió sus colores por sombras aproximadas. ¿Qué más? La tristeza impedía a los labradores trazar surcos. Tuvieron que dejar la labor para el lunes.

La barquichuela de la noria no quiso. La barquichuela de la noria mantuvo su color porque en su zona más íntima de metal guardaba la esperanza de que por las noches se subiese en ella su hermosísimo fantasmita.



viernes, 24 de junio de 2016

Tengo el privilegio, ya lo creo que lo tengo, de que mis ojos tengan los mismos años que yo. Eso les ha hecho hermosos como yo, y sabios como yo en su consistencia de cristal deslucido. Que han visto lo mismo que el resto de mi cuerpo y ese es el motivo por el que han aprendido a mirar todas las cosas conteniendo al enfocarlas todas las imágenes anteriores que han visto en las cosas. Cuando miran, por ejemplo (joder, el primer ejemplo que se me ocurre) una silla, ven todas las sillas que ya han visto. Por eso, cuando miran lo poquísimo que les queda de vida, cuando miran la vida, ven en ese átomo de existencia toda la vida que han vivido. Y ven años de esencia, años de recorrido, décadas inmensas bebidas y vividas (y cuánto y de qué forma). Y veré torrentes de vida hasta cuando mire mi último instante. Eso, eso, eso. Eso es lo que me aleja siempre de la muerte.







Hoy llueve todo el cielo. Un gran espacio, una hecatombe de gotas y ráfagas de calderos de agua y color gris se ha hecho propietaria del mu...