martes, 4 de abril de 2017

Quietecita se quedó esperándole, mirando al oeste donde fue en busca de fortuna (eso dijo) (si la fortuna ya la tenía con ella ¿para qué se fue?).

Quietecita mirando hacia el oeste, ya para siempre como una estatua de sal que de tanta salinidad se convierte en dulce, con el triste perfil de una gallinita vieja (la nariz era el mascarón de proa del destino de sus sueños).


Quietecita ya para siempre. Dicen que está viva. Y sí que creo que lo está, pero nadie sabe si vive en el pasillo petrificada o si habita allá donde mira, amándose los dos eternamente en el oeste que él marchó a escudriñar hoy se cumplen treinta años.





Hoy llueve todo el cielo. Un gran espacio, una hecatombe de gotas y ráfagas de calderos de agua y color gris se ha hecho propietaria del mu...