domingo, 30 de noviembre de 2014

He venido corriendo desde la humareda más lejana de la tierra, y tuve que saltar el foso de los inviernos: un grillo azul bajó la cabeza y vio, sin mucha fe, los pies y las nubes de mis piernas. 

He pasado muy cerca del borde del mundo, donde el mar se precipita hacia su propia lluvia. Las alas del ángel que me señaló el camino eran membranosas alas de murciélago.



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