jueves, 27 de noviembre de 2014

Volaba muy bajo porque el mundo también es de los que vuelan bajo, que no consiste la materia de la vida en ir a todas las reuniones de vecinos y de padres de alumnos subiéndose a los pedestales que uno se encuentra.

Vio el obstáculo y no le dio importancia porque la vida hay que dejársela en algunos intentos.

Desde entonces, su plumita la usan los senderistas como señal y las damas del Romanticismo como señuelo.

(El pájaro no ha muerto, no. Vive muy feliz anidando allá donde nadie le reclama impuestos ni existen televisores en los que se pueda ver de qué forma tan enrevesada está perdiendo su dignidad el mundo que habitamos).




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