miércoles, 21 de enero de 2015

Te apoyo la mano en el hocico para que te aquietes. Te soplaré en la crin y así haré que vuelen los sueños tristes. (Aire de mis pulmones (ambos, dos, pares) para llenar tu globo de helio ascendente). En los cascos te ajustaré las mismas alas que tiene en los pies Mercurio y que así saltes los enormes bosques y lagos que ponen los británicos en  el Grand National y llegues, entre vítores y hurras, el primero.

Si lo hago es porque tú eres mi caballo, el único caballo que me queda en el mundo y así te quiero tratar, con ese celo que tiene el que te sabe imprescindible. Si lo hago es porque soy tu ama y como mi propio nombre indica, caballito te amo.

Lo nuestro es una asociación de esas que no rompe el tiempo atmosférico.

Ni tampoco el cronológico.



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