Cuando alejas tu anatomía de mi lado, cuando te vas eres todo un satélite que se aleja y deja un espacio, una pista de su camino entre los árboles.
A los dos minutos soy yo quien busca, nervioso activo y mudo tu mapa del tesoro en las pistas que has dejado, en el olor de la almohada, en los rizos de las sábanas.
Una señal me has clavado cada noche, honda y clara. Cada noche desde aquella primera. Era una farola, recuerda, lo que teníamos encima, no la Luna.
No hacía falta la Luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario