Era un espantajo, porque andaba
como las aves derrotadas sin el nido
era una sombra.
Alrededor
desaparecían fauna y flora.
No era ni el sinónimo de alguna palabra.
Cuando tragaba aquel licor intruso todas las tardes
para aplacar el llanto siempre a punto
espantaba al mundo como un engendro
que se hubiera tragado y extinguido la Luna
y el reflejo del Sol en todos los espejos.
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