No se sabe muy bien qué ocurrió, el mundo se puso cuesta abajo en ese momento. Todo: calles, coches, ideas, culos, remedios.
Y al ser todo tan oblicuo e inclinado, las personas se olvidaron de dónde habían dejado a su amante la noche de antes y corrieron cuesta arriba a buscarlo con una angustia muy parecida a la que sienten los cirujanos cuando abren el corazón y se encuentran con que en lugar de válvulas y diástoles hay humos y sístoles desconocidos.
Por la noche se horizontalizó el mundo.
No hubo más quejas.
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