viernes, 12 de diciembre de 2014

Mi amor por ti se alborota  escondido por una montaña que no cesa y que te impide.

No quiero ser un ingrato independiente de tus ondas ni valer por mí mismo si al asomarse a mi retina no te escuchan, mar.

No me deseo libre ni me soportaría lejos.

No evitaré que cada final del día se vuelva orilla, que cada pena o salto se mude, al cabo de sentirlo, en acantilado oscuro en mar de escarcha. 

Azul y blanco, espejo y espejismo, amor por un mar.

Te escupo dulcísimo para que mudes mi saliva en ondas verdes. Que sepa yo que me estallas en la boca y que a la vez guardo un océano futuro, mediterráneo en ciernes.

Que cuando hable, que cuando bese, sean orilla estos labios.

Que mi garganta, hinchada de amor por ti, haga las veces de Luna.



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