jueves, 4 de diciembre de 2014

El deseo que ocultaba el Sol a todos sus amigos, el anhelo que le mantenía firme en la bóveda celeste desde bien niño, el secreto que ocultaba a su esposa Maríángeles, a sus familiares y muy en especial a su cuñado Ildefonso, se cumplió una tarde oscura de octubre diez minutos antes de guardarse por el occidente.

Perfecto en su platanidad, continuó iluminando el mundo, siendo el centro de su sistema. Pero esta vez lo hacía exhalando perfume a caramelo amarillo de kiosko. Llegando con su aliento hasta los confines de Plutón, que desde hace dos miércoles se quiere transformar en sandía por ver si le vuelven a considerar planeta, que es lo que se merece según su esposa.




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