Respiro un suelo con las yemas de los pies, el alba color de blanco, lomas y allá al fondo mi lugar, mío, hace bostezar mis huesos.
Su calor subterráneo, sus calles mansas me besan las entrañas y reboso mapas y terrenos cuesta abajo.
Tiene esquinas y tras ellas conocidos fantasmas arrastran cadenas de lino.
Tiene aire y lo respiro como imagen de un espejo.
Mi lugar tiene caminos, tiene gentío y al rozarme son yo y son ellos que me tienen y me prestan su mirada.
Un agua interna lo recorre fresca y verde como musgo
Ya no existe lugar nada más que mi lugar, y me aletargo al verme dentro amurallado feliz, como un canario.
Son un vidrio roto estos aires, con un filo amable y blanco estalla un punto de sol en su borde de acero.
Aquí quedaré horizontal bajo la tierra, que den fe de mí las montañas.
Que soy de aquí. Que mis uñas lo demuestran llenas de tierra si me alejo.
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