miércoles, 3 de diciembre de 2014

Le perdía esa costumbre de anotarlo todo y mira que se lo decíamos: frases oídas en la radio, en la calle; las citas del dentista, los recados de amor que le pegaba con fixo a su marido en la nevera; los mensajes de odio que le escribió una noche a su hermana; los gritos de celos que le dejó sobre la mesa a su marido el día que ocurrió lo de Margarita.

Las palmas de las manos, los troncos de los árboles, todo lo que se encontraba cerca de ella recibía anotaciones, escritos, opiniones, garabatos, números, entrecomillados, críticas.

El salitre derritió las palabras de despedida que dejó en el papel adhesivo antes de subirse con aquel pirata en el barco en que se alejaría para siempre de  Margarita.

Y de su marido.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Hoy llueve todo el cielo. Un gran espacio, una hecatombe de gotas y ráfagas de calderos de agua y color gris se ha hecho propietaria del mu...