lunes, 11 de mayo de 2015

¿Quién te he dado permiso para tomar esta fotografía, oh fotografiador despreciable?

Bien te dije anoche, durante la lluvia de azucarillos, que no se te ocurriese ni entrar cuando estoy dándole el pecho a mis niños. No podrías ni imaginar el riesgo de burlar las normas ovíparas de mi especie. El consejo regulador etcétera multará con restricciones de trigo y de miradas cómplices mi delito de haberlos guardado bajo mi buche estos último meses, así que depón tu cámara, infame ladrón de secretos.

¿Las consecuencias? Tomaré yo mi cámara, mi grabadora de cintacassette y entraré en tu dormitorio por la noche, en el momento en que susurres al oído de tu esposa ese juramento que no estás dispuesto a cumplir. Esa promesa de eternidad que le haces todas las noches justo antes de besarle los párpados.

Todos en la granja sabemos lo que la oveja y tú ocultáis al resto del mundo.






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